Wednesday, December 2, 2015

Dic. 2, 2015

Últimamente has empezado a decirme tú misma lo tanto que te gustan los miércoles cuando me quedo contigo en casa. Hasta hace poco creo que nunca habías hecho la conexión entre el día específico y el verme en casa, para ti simplemente era una bonita coincidencia. Ahora es diferente. Ya me lo dijiste. Ahora me dejas saber que esperas  a los miércoles porque así estás conmigo hasta la tarde, lo cual me hace muy feliz, pero a la vez de da mucha ansiedad por no quedarte mal. Hoy casualmente, fue un día “a medias,” ya que no pude quedarme contigo por trabajo, pero aproveché para buscarte a la escuela y llevarte al parque antes de tener que irme. Tu tomaste bien la noticia de que no me quedaría contigo el resto de la tarde, pero enseguida me preguntaste si el próximo miércoles si lo iba a hacer.












Tu duende de navidad ha vuelto! Este año el pobre recibió aún otro cambio de nombre y ahora se llama Sprinkle. En los días próximos a diciembre, estabas preocupada de que Sprinkle no iba a encontrar nuestra nueva casa. Nos preguntaste que cómo él iba a saber que nos habíamos mudado de la otra casa, si alguien le había avisado. Por supuesto que Sprinkle supo cómo encontrarte sin problema alguno y aterrizó la primera noche en nuestro balcón, en donde te lo encontraste la mañana siguiente. Ahora que lo pienso, Sprinkle pudo haberse escondido mucho mejor ese primer día ya que, apenas te levantaste en la mañana (mientras TODOS los demás dormíamos) fuiste en tu misión para buscarlo por toda la casa. Apenas lo encontraste, viniste corriendo a despernarnos a mamá y a mí (con tu escándalo, suerte tuvimos que no despertaras a tu hermano) para que fuéramos a recibirlo. Ya después de eso, volver a dormir no fue una opción. Le pediré a Sprinkle que el próximo año procure aparecer, al menos, después de las 7 a.m. Te amo hija. Gracias por hoy. 


Nov. 25, 2015

Entre tus tantos talentos definitivamente NO están el de guardar secretos, ni el de dar sorpresas. Cuando dices que le vas a decir un secreto a alguien, te acercas muy cerca a la oreja de la persona a quién será revelado el secreto en cuestión y haces el gesto manual universal de decir un secreto, pero en vez de hablar en voz baja para que nadie más oiga, tú no te contienes y gritas a toda voz el “secreto.” Esta semana fue mi cumpleaños y junto con mamá me hicieron una tarjeta “sorpresa” que me entregarías el día en que cumplí años, pero tú no te podías aguantar y el día antes, justo después de terminar la tarjeta, viniste corriendo adonde mi con ella en la mano gritándome que me tenías una sorpresa de cumpleaños y que era una tarjeta hecha por ti.

Desde hace unas pocas semanas para acá te has estado acostando a dormir sola en tu cuarto. Ya pensaba yo que este momento nunca iba a llegar. Cuando yo tenía tu edad le tenía mucho miedo a la obscuridad, tanto que me gustaba que mi mamá dejara la puerta entreabierta para que entrara un poquito de luz y así no sentirme completamente a obscuras. Me alivia saber que tú no sientes ese miedo (al menos por ahora) y que tu necesidad de pasarte con nosotros a dormir era más una cosa de querer compañía que de tener miedo a algo. De todas maneras, periódicamente “fumigamos” tu cuarto con una máquina anti-monstruos (una bomba de inflar un colchón inflable, que hace un estruendo al encender y que echa una ráfaga de aire que “espanta” monstruos) por si las moscas. Ahora tu duermes muy tranquila luego de que mamá o yo te leemos un cuento y te quedas solita toda la noche.


Ahora que estoy en el trabajo, recibo una llamada tuya al teléfono: “papá, sabes que mamá no se siente bien? Yo estoy aquí en la casa cuidándola. Le dije que se acostara 10 minutos boca abajo en la cama porque le duele la barriga.” Te dije que gracias por llamar a avisarme y también gracias por cuidar a mamá cuando yo no estoy. Antes de pasarme a mamá al teléfono me dijiste que le ibas a preparar una avena porque era lo único que debía comer. Te amo hija. Gracias por hoy. 



Nov. 11, 2015

Ayer fuimos a ver tu baile de fin de año a la escuela. Era un baile con motivo navideño en el que te tocó hacer el papel de un conejito y, aunque lo disfruté inmensamente, debo admitir que aun no entiendo el rol del conejo en esta historia navideña. Lo que sí sé es que estabas hermosa y dijiste tus líneas muy bien sin nervios ni dudas, estoy muy orgulloso de ti.


Has estado aprendiendo mucho inglés en la escuela y me doy cuenta porque cantas varias canciones en inglés que yo no te he enseñado. Anoche, yo te miraba mientras tú desprevenida le pintabas una tarjeta de cumpleaños a tu nana y cantabas una canción completamente inventada por ti. Supe que era inventada porque, aunque eran claramente palabras en inglés, no llevaban un orden lógico, mas bien, unías todas las palabras que te sabias para formar una sola canción, pero cantabas con tanta concentración y empeño para mantener la melodía que me derretiste con tu canto. Cuando terminaste, te volteaste y me dijiste “te gustó papi? Esa canción fue para ti.”