Últimamente has empezado a decirme tú misma lo tanto que te
gustan los miércoles cuando me quedo contigo en casa. Hasta hace poco creo que
nunca habías hecho la conexión entre el día específico y el verme en casa, para
ti simplemente era una bonita coincidencia. Ahora es diferente. Ya me lo
dijiste. Ahora me dejas saber que esperas a los miércoles porque así estás conmigo hasta
la tarde, lo cual me hace muy feliz, pero a la vez de da mucha ansiedad por no
quedarte mal. Hoy casualmente, fue un día “a medias,” ya que no pude quedarme
contigo por trabajo, pero aproveché para buscarte a la escuela y llevarte al
parque antes de tener que irme. Tu tomaste bien la noticia de que no me
quedaría contigo el resto de la tarde, pero enseguida me preguntaste si el
próximo miércoles si lo iba a hacer.
Tu duende de navidad ha vuelto! Este año el pobre recibió
aún otro cambio de nombre y ahora se llama Sprinkle. En los días próximos a
diciembre, estabas preocupada de que Sprinkle no iba a encontrar nuestra nueva
casa. Nos preguntaste que cómo él iba a saber que nos habíamos mudado de la
otra casa, si alguien le había avisado. Por supuesto que Sprinkle supo cómo
encontrarte sin problema alguno y aterrizó la primera noche en nuestro balcón,
en donde te lo encontraste la mañana siguiente. Ahora que lo pienso, Sprinkle
pudo haberse escondido mucho mejor ese primer día ya que, apenas te levantaste
en la mañana (mientras TODOS los demás dormíamos) fuiste en tu misión para
buscarlo por toda la casa. Apenas lo encontraste, viniste corriendo a
despernarnos a mamá y a mí (con tu escándalo, suerte tuvimos que no despertaras
a tu hermano) para que fuéramos a recibirlo. Ya después de eso, volver a dormir
no fue una opción. Le pediré a Sprinkle que el próximo año procure aparecer, al
menos, después de las 7 a.m. Te amo hija. Gracias por hoy.