Wednesday, August 27, 2014

Ago. 27, 2014

Ésta semana no has ido a la escuela porque has estado un poco resfriada, aunque hoy ya estas mucho mejor. Como hoy no fuiste tampoco, estuvimos juntos desde la mañana y después del desayuno nos fuimos a ver cómicas en la tele un rato. En tu insistencia de ser una “niña grande,” siempre quieres que te ponga “cómicas feas,” (así les dice tu abuela a las cómicas para niños mayores) aunque me consta que te terminan aburriendo y que hay muchas cosas que no entiendes, algunas hasta te causan impresión. Por razones obvias, no me gusta que veas estos programas, especialmente cuando recibo preguntas como: “papá, por qué la baba de la serpiente cascabel me puede convertir en cactus?” o, “el fantasma del Alce ectoplasmangtico (ectoplásmico) los persigue?” Y esto es en sólo 10 minutos de Disney XD!

Como no habías salido de casa en 3 días decidí llevarte al parque que queda cerca de la casa un ratito. Ahí jugamos un rato a las escondidas, aunque debo admitir que es el peor parque del mundo para jugar esto. No hay en donde esconderse. Luego nos fuimos de vuelta a casa porque querías pintar, así que nos sentamos en la terraza y sacamos los libros, las brochas y las temperas para fabricar juntos una obra de arte. Se me había olvidado lo tanto que mancha la tempera. No es como tus otras pinturas lavables de crayola, las cuales se quitan con solo pasar un trapo húmedo por encima. No, las temperas requieren de un mayor esfuerzo y resulta que terminamos tan llenos de pintura que tuvimos que irnos a bañar antes de que la decoración se hiciera permanente. Luego del baño, y antes de que me tuviera que ir para el trabajo, me pediste que te leyera un cuento. El cuento habla sobre una estrellita blanca que luego se convirtió en LA estrella de la bandera de Puerto Rico.  En la historia, la estrellita usó la palabra ilusión para describir sus sentimientos y tú me preguntaste qué significaba. Te dije que estar ilusionado con algo es llenarse de felicidad y desear mucho que algo que te gusta suceda, a lo que me respondiste “a mí me ilusiona subir muy alto y volar en una nube, pero no te puedo decir cómo lo voy a hacer porque es un secreto.”  Te amo hija. Gracias por hoy.



Wednesday, August 20, 2014

Ago. 20, 2014

Mañana te toman las fotos de tu último año en la escuelita maternal, así que ya con tu diente arreglado estás casi lista para la sesión. Y digo casi, porque al igual que tu mamá, tú piensas que te hacía falta un corte de pelo antes de las fotos. Hoy que le tocaba a Santi tomarse las fotos, tu abuela aprovechó que lo llevó a la escuela y te buscó en tu salón para que se tomaran unas ustedes dos juntos con los uniformes de la escuela, pero tú no quisiste ir con ella, alegando que no podías salir en fotos hasta que te cortaras el pelo.

Sin embargo, esta tarde cuando te recogí en la escuela lo primero que me dijiste fue que ya no querías cortarte el pelo y que querías hacer otra cosa. Te dije que los dos ya le habíamos prometido a mamá que íbamos a llevarte al salón de belleza así que teníamos que ir para que estuvieras lista para mañana. No hicimos más que llegar al lugar y rompiste en llanto sin querer bajarte del carro. Traté de convencerte con promesas de juguito de uva y un caramelo pero nada, así que igual te saqué del carro así, y con llanto de protesta entramos al lugar. No te querías sentar en ninguna de las sillas de niño así que me tuve que sentar yo en una de las sillas más grandes, con bata y todo puesta, para que tu fueras sentada encima de mí mientras la señora te cortaba el pelo. La verdad es que una vez nos sentamos los dos juntos ya no lloraste más y dejaste que te hicieran todo lo que vinimos a hacer. Resulta que la señora que te cortó hoy el pelo me cortaba el pelo a mí cuando yo era un pelaito y ella estaba tan orgullosa de cortártelo a ti también que lo hizo con mucha paciencia y cariño. Lo más curioso es que luego del llanto y la protesta, después del corte ya no te querías ir del salón de belleza así que fuiste a jugar con los juguetes que tienen ahí para los niños y hasta terminamos los dos pintando un libro de princesas por un rato. Te amo hija. Gracias por hoy.


 

Wednesday, August 13, 2014

Ago. 13, 2014


Hoy voy a contarte la saga de tu diente. Desde ayer te estuve preparando mentalmente para tu ida al dentista, así no te sorprendería nada cuando llegáramos. Nuevamente esta mañana, al dejarte en la escuela, hablamos de lo que íbamos a hacer cuando te recogiera en la tarde y con mucha seguridad me respondiste que íbamos al dentista para “arreglarte el diente.”

Para que sepas todo el cuento, ésta es la tercera vez que te llevamos donde Tío Jaime (mi tío, tu dentista) para que te repare el diente roto. Hace casi dos años ocurrió el primer incidente, cuando estabas sentada en la patineta de papá y te resbalaste cayendo con el diente afuera y directo contra el piso. Por supuesto que casi me muero cuando me di cuenta que te faltaba 1/4 del diente delantero y te llevamos casi que de inmediato a arreglártelo. A pesar de que no sabías nada de dentistas ni de máquinas pulidoras ni succionadores de saliva, te portaste de una manera tan valiente que nos tomó a todos por sorpresa, no te quejaste ni una vez, ni lloraste, ni pediste que nos fuéramos. La segunda vez, sin embargo, fue otra historia.

Un mes después de pegarte el diente estabas jugando en tu cuarto cuando te caíste y nuevamente te rompiste el mismo dientecito. En esa ocasión no fuimos tan rápidos al llevarte donde Tío Jaime, pero decidimos hacerlo finalmente para que no salieras en las fotos de tu infancia con sólo medio diente. Esa vez lloraste desde que llegamos hasta que nos fuimos. Entre lágrimas y llamados a mamá (supongo que para que te viniera a rescatar de esta injusticia) el Dr. pudo terminar con su asunto y dejarte otra vez como nueva. Lo único que pude hacer fue quedarme a tu lado durante todo el proceso asegurándote que ya pronto acabaría todo.

Finalmente, hace varios meses atrás te llevamos a un cumpleaños y en medio de la corredera te tropezaste, cayendo otra vez diente primero contra el piso. La verdad es que ya en esta última ocasión no nos preocupó tanto y lo dejamos así un tiempo, pero el aviso de tu escuelita de que iban a tomar las fotos de fin de año, hizo a tu mamá entrar en acción y me pidió que te llevara nuevamente. En las fotos del año pasado te hizo falta parte de tu diente, pero este año tenía que ser diferente.  Así que con toda esta historia detrás, hoy fuimos por tercera vez a arreglarte el diente. Pese a toda mi preparación, en el momento en que te sentaron en la silla comenzaste a llorar y al preguntarte por qué llorabas me decías “papá, estoy llorando porque lloré la vez pasada, me acuerdo que lloré la vez pasada.” Poco a poco te fui calmando y explicando que no te iba a pasar nada y que ya tú sabías cómo era esto porque lo habías hecho antes. De repente dejaste de llorar, me agarraste firmemente por la camisa y dejaste que Tío Jaime hiciera todo lo que tenía que hacer sin quejarte ni moverte, y sin soltarme ni por un segundo. Estoy orgulloso de ti mi valiente Valentina. Te amo hija. Gracias por hoy.



Wednesday, August 6, 2014

Ago. 8, 2014

Este fin de semana nos fuimos para El Valle. Definitivamente amas la naturaleza porque solo hablar de parques, montañas y playas te llena de emoción. En la ciudad, lo único que creo que te causa una emoción parecida es ir a súper mercado! Esta vez tio Jose y tia Yani nos invitaron a su casa con tu amiga Camila, y pese a la constante lluvia que cayó, siempre encontramos momentos para pequeñas aventuras. Es obvio que lo que más te gustó fue montar moto ya que aún detrás del ruido de la moto se escuchaban tus gritos pidiendo que fuéramos más rápido. Además montaste a caballo y hasta pusieron maíz en el patio para que los ñeques bajaran de la montaña a comer mientras los espiábamos desde la casa.

Hoy cuando te llevaba a la escuela te pregunté qué querías hacer cuando te pasara a recoger y me dijiste que querías ir otra vez al súper. Ya se te acabó el queso amarillo así que había que ir a comprarte más (amas tu queso amarillo en el desayuno) y te mostraste sorprendida de que yo supiera que ya no tenías más y que había que comprar, lo cual me causó mucha gracia. A veces te doy a escoger si quieres caminar, empujar tu propia carretilla o que te lleve yo sentada en mi carretilla mientras tú me ayudas a acomodar la compra. Hoy escogiste ir sentadita en la mía. Algo que te encanta hacer cuando estamos ahí es hacer que te lleve a la máquina lectora de precios que tienen, y uno por uno ver los precios de cada producto. Por suerte, hoy solo eran poquitas cosas. También aproveché para comprar unas cosas para mi carro y me pediste explicaciones sobre lo que puse en la carretilla. No sabía cómo explicarte qué es lo que estaba comprando así que opté por decirte exactamente lo que era: una botella de líquido para limpiar los inyectores del carro. “Los inyectores, papá? El carro está enfermo?” No mi amor, es para limpiarlo, te dije. “Entonces por qué le vas a poner una inyección?” Traté de explicarte lo mejor que pude que no eran la misma cosa, pero, al llegar a la caja me di cuenta que fue en vano ya que le dijiste a todos los que estaban en la fila que tu papá le iba a poner una inyección al carro. Te amo hija. Gracias por hoy.