La semana pasada fuiste invitada a tres fiestas de cumpleaños (una más que la anterior), comprobando nuevamente que, mientras mi vida social desvanece, la tuya incrementa con cada día. Debo admitir también que cada vez se hacen más interesantes tus fiestas. Hemos ido a unas en la playa, otras en casas, unas con payasos y otras con personas disfrazadas de personajes ochenteros, aun otras en centros especiales de juego para niños que hasta incluyen una especie de juegos extremos para los pequeños inclinados a dichas actividades. Me divertí mucho contigo en estas últimas invitaciones. En uno de los cumpleaños, esperamos hasta el final, cuando se habían ido casi todos los niños (y no hubiera nadie que nos regañara) para meternos los dos en la piscina de bolitas y tú estabas que te matabas de la risa. Luego fuimos a otro en el que quisiste cruzar un circuito de obstáculos colgantes, mientras íbamos amarrados con un arnés y agarrados de un cable.
Hoy en el parque querías jugar subiendo la pared de rocas para
escalar y dar vueltas a alta velocidad en un carrusel, el cual me causó un
mareo inimaginable, mientras que tú estabas fresca como una lechuga.
Inmediatamente después de eso me dijiste: “papá, ahora quiero correr por todo
este parque y que trates de alcanzarme.” Sin darme tiempo de objetar el plan,
saliste corriendo como una loca descontrolada, y no me quedo más remedio que
aguantarme las ganas de vomitar y salir corriendo detrás de ti para evitar que
te fueras a caer o tropezar en ese terreno a desnivel y lleno de raíces y obstáculos
no identificados. Te alcancé finalmente así
que vino el turno de corretearme tú a mí.
Ya en casa, almorzamos y nos acostamos a ver Turbo. Te
quedaste dormida en mis brazos en cuestión de segundos, así que aproveche para
cambiar el canal y ver el partido de futbol. Después de un rato te despertaste
con uno de mis gritos y me preguntaste si estaba ganando Alemania. Te respondí
que Alemania no estaba jugando hoy y me dijiste: “papá, yo quiero que ganen
Alemania y Vía Argentina (Vía Argentina es la calle en donde está el
restaurante de tu abuelo). Te amo hija. Gracias por hoy.