Wednesday, June 11, 2014

Jun. 11, 2014


Esta mañana estabas de muy buen humor (creo que es directamente proporcional a la hora en que te acuestas a dormir la noche anterior), aun así a veces es un poco complicado ponerte tu uniforme! Hace unos días vi a una amiga describir el vestir a su hija en las mañanas como tratar de ponerle ropa a un spaghetti, y no puedo estar más de acuerdo con ella. A veces cooperas, a veces no. Hoy fue una mañana de no. Sin embargo, te comiste todo tu desayuno y te fuiste cantando Bob Marley todo el camino hasta la escuela (3 little birds, tu canción favorita del momento). Me di cuenta que para ti, cualquier música reggae es Bob Marley, aunque no lo sea, pero hija, este es un buen comienzo musical para ti (en lo que a papá respecta, claro). Otro buen comienzo (según tu yo), es que fuiste introducida a Star Wars en uno de los cumpleaños a los que fuiste este fin de semana. Parece haberte gustado porque ya estas imitando batallas intergalácticas con un light saber y la máscara de la Princesa Leia alrededor de la casa.
 
 

 
 
 
 
 
No te pude llevar al parque que querías, por cuestión de tiempo (el que te gusta es el parque Omar, por la razón obvia de que es enorme y cuenta con cantidad ilimitada de juegos), pero te llevé a un parque pequeño cerca de casa. Para tu sorpresa, el parque fue recién remodelado y te diste cuenta enseguida! Estabas tan emocionada que se te olvidó “el parque cerca de la escuela,” como le llamas al Parque Omar.

El otro día en camino a casa, sentí un enorme antojo de comer un donut, así que paré en el primer dunkin donuts que vi y me compré uno para disfrutar mi snack decadente frente al televisor. No sabías lo que era, no sabías que sabor tenía, nunca habías visto uno, pero apenas le pusiste los ojos encima lo querías para ti. “papi, yo también quiero,” me dices, mientras me miras con esos enormes ojos que tienes, tus pestañas batiendo como mariposas y enamorándome como suelen hacerlo. Vencido por tu truco, te di el donut, el cual procediste a lamer para quitarle toda la azúcar del glaceado que tenía y cuando se acabó, simplemente me devolviste el pan redondo, ya empapado, sin sabor y sin vida. Te amo hija. Gracias por hoy.  

No comments:

Post a Comment