Tomarte
fotos no es nada fácil. No te gusta, mucho menos cuando estás solita. Tu
“sonrisa” acaba transformándose en mueca más veces que menos y haces sentir de
manera directa tu oposición a la mayoría de las sesiones fotográficas en las
que te ves involucrada. El fin de semana mi prima me pidió que tomara unas
fotos para su bebé, quien celebra su primer año y decidimos tomar las fotos en
un parque cerca de la casa. Al verme preparando todo para la sesión resulta que, por primera vez en la vida, te
surgen ganas de que te tomara fotos y no dejabas de llamar mi atención, incluso
posando y sonriendo como “gente normal”. Para que me dejaras trabajar tuve que
tomarte algunas, todas con poses y lugares escogidos por ti. La mini sesión al
menos sirvió para que me dejaras seguir en lo mío y resultó en algunas de las
sonrisas más genuinas que me has brindado en foto alguna vez.
Ayer,
mientras manejaba por la ciudad en camino a casa, me preguntabas por los tranques,
y que por qué había tantos y comentabas que no te gustaban para nada. Un
tranque en particular estaba siendo causado por un carro de construcción, el
cual tapaba medio carril de la calle y al mirarlo me dijiste “papá, por qué
siguen construyendo más calles y más edificios si ya hay bastantes? No se acaba
el espacio?” Aproveché la oportunidad para hablarte un poco de lo importante
que es también sembrar árboles y tener espacios naturales en la ciudad pero no dejó
de sorprenderme que hasta un niño de 5 años entiende que abusamos con tanto
cemento y tanto asfalto. Aprovecho estas oportunidades también para hacerte
propaganda de salir a la naturaleza conmigo y, aunque me dices que tú quieres subir
montañas conmigo, encuentras el momento para hacerme saber que “cuando yo tenga
6 años y sea grande, entonces te puedo acompañar a la montaña.” Te amo hija.
Gracias por hoy.