Wednesday, March 9, 2016

Mar. 2, 2016

Este lunes fue tu primer día de escuela así que nos levantamos extra temprano para poder llegar antes que iniciara el temido enredo que es el comienzo de las clases. A pesar de no haber asistido al colegio en varios meses por tus vacaciones, te encontrabas en muy buenos ánimos y deseosa de ver que traía este nuevo año escolar. Armada con tu nueva lonchera de Barbie, nos dirigimos hacia tu nuevo salon de clases para conocer a tu nueva maestra. Me esperaba cierta aprehensión en ti por quedarte sola en tu nuevo salón, o sentir algo de nervios, pero para mi sorpresa, saludaste a una de las niñas con la que estuviste ya en otra clase y te despediste de mi yéndote a jugar con ella sin la mas minima preocupación. Al ver que no me necesitabas, me voltee para irme pero al llegar a la puerta me gritaste “papi!” y saliste corriendo donde mi para darme un abrazo. Luego, cuando nos vimos en la tarde y te pregunté que tal te había ido en tu primer día, me dijiste que muy bien pero, “ya no necesito que me acompañes hasta el salón. La próxima vez, por favor déjame en la entrada que yo sé cómo llegar a mi salón solita.”
Hoy me tocaba llevarte al ballet y, tras que llegué un poco tarde a buscarte, te preocupaba también que yo no supiera cómo ponerte los zapatos de baile. Calmé tu inseguridad al explicarte que tu mamá me había dado un curso intensivo de qué hacer con tu atuendo antes y después de la clase. Al igual que con tu escuela, me hiciste saber que no necesitabas que te acompañara hasta la puerta de tu salón. Dándome un beso en el cachete te despediste y saliste corriendo hasta la puerta diciendo “yo voy solita.!” Te amo hija. Gracias por hoy.


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