Wednesday, March 16, 2016

Mar. 16, 2016

Tomarte fotos no es nada fácil. No te gusta, mucho menos cuando estás solita. Tu “sonrisa” acaba transformándose en mueca más veces que menos y haces sentir de manera directa tu oposición a la mayoría de las sesiones fotográficas en las que te ves involucrada. El fin de semana mi prima me pidió que tomara unas fotos para su bebé, quien celebra su primer año y decidimos tomar las fotos en un parque cerca de la casa. Al verme preparando todo para la sesión  resulta que, por primera vez en la vida, te surgen ganas de que te tomara fotos y no dejabas de llamar mi atención, incluso posando y sonriendo como “gente normal”. Para que me dejaras trabajar tuve que tomarte algunas, todas con poses y lugares escogidos por ti. La mini sesión al menos sirvió para que me dejaras seguir en lo mío y resultó en algunas de las sonrisas más genuinas que me has brindado en foto alguna vez.

Ayer, mientras manejaba por la ciudad en camino a casa, me preguntabas por los tranques, y que por qué había tantos y comentabas que no te gustaban para nada. Un tranque en particular estaba siendo causado por un carro de construcción, el cual tapaba medio carril de la calle y al mirarlo me dijiste “papá, por qué siguen construyendo más calles y más edificios si ya hay bastantes? No se acaba el espacio?” Aproveché la oportunidad para hablarte un poco de lo importante que es también sembrar árboles y tener espacios naturales en la ciudad pero no dejó de sorprenderme que hasta un niño de 5 años entiende que abusamos con tanto cemento y tanto asfalto. Aprovecho estas oportunidades también para hacerte propaganda de salir a la naturaleza conmigo y, aunque me dices que tú quieres subir montañas conmigo, encuentras el momento para hacerme saber que “cuando yo tenga 6 años y sea grande, entonces te puedo acompañar a la montaña.” Te amo hija. Gracias por hoy. 



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