Wednesday, February 26, 2014

Feb. 25, 2014


Una regla de tu mamá en casa es que mientras estés dentro de la casa, puedes escoger lo que sea que te quieres poner para vestirte (asumo que esto es para que cuando salgamos a la calle, te dejes poner lo que mamá escoja sin problema). Esto nos ha dado la oportunidad de ver hasta dónde llegan tu creatividad y tus gustos, y debo admitir que también nos ha dado la oportunidad de reírnos bastante. Ayer me mataba de la risa con los atuendos que le pediste a tu nana que te pusiera.  Eras como una combinación entre enfermera y princesa de Disney con bati-chica.

Sabiendo que hoy no tenía todo el día para estar contigo (a diferencia de otros  miércoles) me levanté tempranito para bajar al patio de la casa y armar un campamento completo con tolda, sleeping bag, comida, linterna… en fin, todo lo que pudiera necesitar alguien que va de camping. Y es que últimamente te ha interesado mucho el tema del camping desde que me fui de campamento la semana pasada. Ayer me dijiste “papá, quiero ir a acampar contigo y con tío ramón y tío Rodriguito también,” (estos dos siendo mis compañeros en la última escapada a la intemperie) y te dije que cuando fueras más grande te llevaba camping, pero tú dijiste que querías ir AHORA.  Así que pensé en sorprenderte con esto. Después de darte el desayuno fuimos al patio y dijiste con emoción al ver el campamento: “una tolda de verdad! Mira papá, voy a acampar como tú!” Entramos los dos a la tolda y te noté insegura, como buscando algo que te hacía falta, así que te pregunté qué pasaba y me preguntaste “y ahora que hacemos papá, cómo se hace camping?” Pues mi amor, hacemos lo que tú quieras, podemos salir a ver las plantas y los animales o quedarnos adentro y comemos, jugamos o leemos cuentos, lo que tú quieras. Y así pasamos la mañana leyendo cuentos, mirando el cielo por la malla abierta del techo de la tolda y jugando con las miles de cosas que metiste dentro para entretenerte.

A media mañana me tuve que ir al trabajo, dándole fin a nuestra aventura silvestre. Cuando te dije que tenía que salir porque me iba a trabajar me miras con el ceño fruncido y me dices “ay dios mío! Bueno, dale pues!” Te amo hija. Gracias por hoy.


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