Wednesday, April 30, 2014

Abr. 30, 2014

Llegaste de Puerto Rico esta semana y no me he querido despegar de ti, lo cual no te ha resultado tan gracioso porque hasta me has dicho que ya es suficiente de abrazos y besos! Yo seguiré aprovechándome de tu edad porque tengo entendido que llegando a la adolescencia las niñas se ponen medio rebeldes con los papás y entonces sí que no vas a querer de mis insistentes muestras de afecto.

Hoy no fuiste a la escuela así que tuvimos más horas juntos que otros miércoles. Aprovechamos para dormir hasta tarde pero ya se acercaban las 9:30 a.m. y decidí que ya era suficiente así que comenzé a despertarte. Esto no te gustó, pero promesas de paseos y actividades fueron suficientes para que bajaras corriendo a desayunar y empezar el día. Primero me querías ayudar a reparar mi tabla de surf así que tuve que inventarme algo que pudieras hacer sin llenarte las manos de resina y pegamento. Luego nos fuimos a leer, pero no querías cuentos, querías aprender sobre “animales de áfrica.” Por alguna razón, los animales grandes, según tú, viven todos en África y los pequeños en Bolivia, excepto quizá por los pingüinos que viven “en la nieve.”  Después, para celebrar tu llegada, te llené el cuarto de globos rosados y blancos. Pienso que te sentiste como en un parque de diversiones porque gritabas y te tirabas encima de los globos como si fuera una piscina de bolas.



Hace unas semanas encontraste en mis gavetas una cámara de esas desechables de film y te enseñé a usarla. Estabas fascinada tomando fotos por la casa (y un poco frustrada porque no veías la foto inmediatamente en la pantalla de atrás!). Te expliqué de la manera más sencilla que pude cómo se tomaban fotos antes con un rollo y que había que llevarlo a revelar a la farmacia para luego ver las fotos. Finalmente hoy pasamos a buscar las fotos y muy emocionada le entregaste el papelito de reclamo a la señora diciéndole “vengo a buscar mis fotos.” Querías verlas inmediatamente pero te dije que las veíamos con calma cuando llegáramos a casa, que tuvieras paciencia. En el camino de vuelta a casa me dijiste: “papá, te quiero contar un cuento cuando lleguemos a casa. Un cuento de un gato que le sacaron sangre.” Cómo así Valentina, respondo yo, qué le paso al gato? “Te dije que te contaba cuando lleguemos a la casa papá, tienes que tener paciencia.” Te amo hija. Gracias por hoy.

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