Cuando eras bebé (al menos tus primeros dos años de vida)
nos deleitábamos en el hecho de que siempre te levantabas de buen humor por la
mañana y después de tus siestas. Te levantabas contenta, reída y lista para
sacarle provecho a cada segundo de tu día. Pero a medida que has ido creciendo
he tenido que aceptar el hecho de que no siempre eres un “morning person.” No
es que me moleste, la verdad es que me causa gracia la mayoría de las veces que
te oigo refunfuñar en tu antipatía mañanera aunque a veces sea yo la víctima de
tus humores. Hoy por ejemplo, me dijiste de una manera muy tajante que no
querías que te llevara a la escuela y que querías irte en bus. Pero una vez
estás de regreso en casa de la escuela, llegas llena de amor y una dulzura que
dura el resto del día. También sueles dar un abrazo a tu nana antes de irte a
la escuela en las mañanas, pero en esta ocasión te negaste cuando ella te lo
pidió y simplemente te fuiste al colegio. Al regresar, sin embargo, llegaste a
darle un fuerte abrazo y le dijiste: “ya encontré el abrazo, se había quedado
en la escuela.” Te amo hija. Gracias por hoy.
Wednesday, November 19, 2014
Nov. 19, 2014
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