Una noche llegué casa más tarde de lo usual pero, para mi
suerte, aún te encontré despierta así que pude verte antes de dormir. Cuando
llegué, corriste donde mí, me diste un fuerte abrazo (honestamente me
sorprendió porque no sueles ser tan efusiva cuando llego a casa, a veces es todo
lo contrario y te haces la interesante para que yo vaya donde ti) y me dijiste que
estabas muy preocupada por mí porque era tarde y yo no llegaba, y que me habías
estado esperando para jugar contigo. Ya era un poco tarde para jugar, pero
aprovechamos para leer un libro. Me gustaría decir que te lo leí yo, pero últimamente
te gusta a ti “leerme” los cuentos a mí.
Éste fin de semana te
llevamos al teatro. Me sorprende que te guste tanto el teatro desde esta edad,
pero me encanta que lo disfrutes. No sé si alguna vez te lo había dicho, pero
tu papá en algún momento de la vida hizo mucho teatro. Cuando algún día leas esto,
si quieres me preguntas y te cuento. También en el weekend tuviste un “lunch
date” con tus amigas organizado por tía Yani. Fueron a comer pizza tres amigas
y tú (con chaperonas por supuesto) y aunque yo no participé de la salida, se ve
que la pasaron súper.
Hoy mientras me vestía para ir al trabajo, me preguntaste para
donde iba. Te contesté que a trabajar y me preguntaste que para qué me tenía
que ir al trabajo. Te respondí que debía ir al trabajo porque es lo que hace la
gente grande. No contenta con esta respuesta, me preguntas de nuevo: “pero,
para qué papá, quédate aquí conmigo”. Te contesté que debía trabajar para poder
hacer dinero y así poder darte todo lo que necesitabas para estar bien. Miraste
a tu alrededor, luego a mí y dijiste: “papá,
yo ya tengo todo lo que necesito, así que te puedes quedar aquí conmigo.” Te
amo hija. Gracias por hoy.
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