El otro día te molestaste conmigo porque no pude evitar
reirme al verte frustrada tratando de guiñar un ojo y no poder hacerlo. Al
parecer, te es más fácil guiñar el derecho, pero al tratar con el izquierdo
terminas cerrando ambos ojitos y eso te da rabia. Silbar es otra de las cosas
que aún no puedes hacer y que te frustra, aunque he tratado de enseñarte varias
veces pero aun pareces no estar lista para eso.
Volviendo a tu imaginación, ayer jugabas con tu mamá al
salón de belleza en el cual tú eras la dueña del establecimiento y tu mamá, la
clienta. El intercambio entre ustedes me pareció tan gracioso que lo transcribo
textualmente: “Buenos días señora! Qué le gustaría que le hiciera, una
trenza?” a lo que tu mamá respondió: “Si, una trenza como la de Elsa en Frozen.”
Mientras tú la comenzabas a peinar, le comentabas: “Muy bien, le voy a contar
de mí. Yo me llamo Anabel. Soy de Egipto pero vivo en Panamá. Tengo dos hijas
que se llaman Ana Lucia y Paola. Ellas se portan mal a veces pero yo no me
enojo. Ahora, cuénteme de usted, tiene hijos?” Mamá te respondió que sí, que
tenía una hija de 4 años y que se llamaba Valentina, entonces tu soltaste una
carcajada y le dijiste “pero mamá, esa soy yo! Invéntate otra hija.” Te amo
hija. Gracias por hoy.
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