Wednesday, April 22, 2015

Abr. 8, 2015


Hoy me tocó un tema difícil contigo y creo que me lo busqué yo solito por no prestar atención. Querías ver una película, como solemos hacer cuando llegamos a casa de la escuela antes de almorzar, pero hoy querías una que no hubieras visto antes. Buscando entre todas las opciones que teníamos encontré una película viejísima que vi cuando era niño sobre unos dinosaurios (The Land Before Time) y la comenzamos a ver. Para cuando recordé de qué trataban los primeros 5 minutos de la película, ya era tarde y veía tu cara de signo de interrogación al no comprender por qué lloraba el bebé dinosaurio al lado de su gigante madre, quien se encontraba postrada en el suelo. “Qué le pasa a la mamá?” me preguntaste. Sentí que me tomó una eternidad responderte mientras buscaba algo ideal para decirte, preguntándome a mí mismo cómo hacía ahora para hablarte de la muerte. Decidí hablarte con la verdad y te dije que la mamá había muerto por el accidente que tuvo durante el terremoto. Hubo una pausa, como si tu cabecita se tomara un tiempo en formular cuidadosamente tu próxima pregunta: “Y como hacen los bebés sin su mamá, papi, los niños puedes estar sin su mamá? La mamá no regresa?” “Mi amor, el bebé ya no verá a su mamá, pero ella siempre estará con él, en su corazón, cuidándolo desde el cielo y así el bebé nunca estará solito” te respondí. En ese momento la acción en pantalla abrió la oportunidad de desviar el tema y decidí dejarlo de ese tamaño.

Luego de la película fuimos a almorzar, te quería cambiar el uniforme de la escuela pero tu querías usar uno de mis t-shirts y sacaste uno de la gaveta, poniéndotelo encima de la ropa que tenías puesta. Así dijiste que te querías quedar todo el día y hasta salimos a la calle a dibujar con tiza en las aceras. Te ocasionaba mucha risa estar así vestida en la calle así que te dejé quedarte así hasta que quisieras. Ya de vuelta en casa, me preparaba para servirme hielo en un vaso de agua, pero antes de abrir el congelador me pediste que te dejara hacerlo a ti. Te paraste de puntillas y te estiraste lo más que pudiste hasta que tus deditos apenas tocaron la manigueta haciendo suficiente fuerza para abrir la puerta mientras me decías: “mira papá ya alcanzo, estoy en puntillas y alcanzo!” Te dije: “muy bien hija, ya estás creciendo” a lo que me respondiste: “suficiente para poder manejar?” Te amo hija. Gracias por hoy.

  
 


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