Tuesday, May 26, 2015

May. 6, 2015


Esta mañana en camino a la escuela, te cantaba una canción mientras la escuchábamos en la radio. Al terminar, me pediste que te cantara esa “canción bonita” de nuevo, así que seguí: “Beautiful, Beautiful, Beautiful. Beautiful girl,” (en mi versión de la canción de Lennon) mientras volvía a pensar en que ojala nunca dudes, con la llegada de tu hermanito, de este amor tan grande que siento por ti. Ojala nunca te sientas menos especial. Vienen épocas de grandes cambios para ti y solo pienso en poder tener la sabiduría para darte el apoyo y el cariño que necesitas. Ya pronto nos mudamos a nuestro nuevo apartamento, nacerá tu hermanito y de la noche a la mañana, serás Hermana mayor, un trabajo que te cambiara la vida. La mudanza significa también alejarte de Santi, y quizá, esa sea la parte más difícil para ti. Sé que también será difícil para tu abuela, quien te ha tenido en casa estos últimos años.

Esta semana fui a tu escuela como “mystery reader,” y te sorprendí en el salón para leerle a tu clase un libro. Escogí leerles el Lorax, y como es bastante largo, decidí editarlo un poco para hacerlo más rápido, pero sin perder la esencia del cuento. A todos les encanto el cuento, sin embargo, esta experiencia me enseño 2 lecciones sobre ser el mystery reader: 1. Si vas a leer un libro popular que la mayoría de niños conoce, léelo al pie de la letra. Ustedes, los niños, saben cuándo cambia algo. Tú te la pasaste diciendo que me hacían falta partes y entonces me hacías pausa para contarle a los niños lo que hacía falta (aunque ellos ya sabían también). 2. Escoge un libro no tan popular, que poca gente conozca, o que este hasta en otro idioma. Cada niño se sabe su cuento, tal como se lo cuentan a el\ella y así evitas que te pidan que lo leas como x o y persona. Tú, por supuesto, querías en un momento dado que te leyera como mama.

 Hoy te llevamos a probar una clase de gimnasia. De todas las actividades extracurriculares que has hecho, esta es en la que más feliz te he visto. Se notaba lo tanto que disfrutabas la clase porque hacías caso a cada cosa que te decían y con una sonrisa en la boca. Desde lejos, te mirábamos mama y yo, esperando el momento justo después que terminaras cada maniobra, en el cual buscabas inmediatamente nuestras miradas para saber que te habíamos visto hacerla. Te amo hija. Gracias por hoy.


 

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