Este fin de semana fuimos al parque a tomar unas fotos de
familia antes de la llegada de Lorenzo. Mamá quería una foto de ustedes dos con
la barriga, y otra con los tres juntos. Aunque sales reída en muchas de tus
fotos en general, es algo que no es fácil de lograr porque siempre quieres
estar seria. Lo que me llama la atención, es que tú notas siempre cuando la
gente sale seria en las fotos, y preocupada, nos preguntas qué le pasa a esa
persona que no se ríe. El explicarte que no le pasa nada, que quizá son iguales
a ti y que no les gusta reírse en las fotos, no hace nada para convencerte de
que te rías en las fotos. Ya descubrí que, si estás de buen humor en ese
momento, tenemos de 2 a 5 minutos máximo de tiempo para aprovechar antes de que
la seriedad regrese, así que la sesión de fotos se convierte en una carrera
contra el tiempo.
Recientemente, antes de acostarte a dormir te gusta que te
cuente historias de mujeres de la vida real. Escojo contarte sobre mujeres
importantes o, que al menos yo considero, tienen una historia de interés que
merece ser contada. Primero querías saber de reinas y princesas, pero hemos
incorporado muchas otras que simplemente fueron grandes por sus méritos. Lo que
sí tienen en común todos los personajes de los cuales hablamos, es que ya
murieron, e inevitablemente, nuestra conversación volvió a tomar esa dirección
la otra noche, mientras hablábamos de Amelia Earhart (de quién por supuesto,
obvié el hecho de que desapareció sin rastro sobre el atlántico). Me
preguntaste si yo la conocía y te dije que no, que murió hace ya mucho tiempo. “Está
en el cielo entonces?” Si mi amor, te contesté, está en el cielo. “Y cuando alguien sube al cielo, se puede caer
de allá arriba?” Para tratar de bajar el tono del tema te dije en son de broma
que sí, así como tú eras un angelito que se había caído del cielo para hacernos
felices a mamá y a mí. Tú me respondes, “yo no caí del cielo papá, yo nací de
la barriga de mi mamá!” Te amo hija. Gracias por hoy.
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