Hoy tuvimos tu última cita con el
cirujano plástico para ver la recuperación de tu cicatriz. Estuviste preocupada
todo el camino de la casa al doctor, pensando en que te iban a hacer algo que
no te gustaba, pese a que te había asegurado que sólo iban a mirarte la frente.
Ya en la consulta, el doctor hizo ademán de buscar algún instrumento en las
gavetas detrás de ti y tu cara de pánico pronto se transformó en una súplica
con lágrimas de que por favor no te hicieran nada. Al final, como te había
dicho, no te hicieron más nada en la visita que observar cómo evolucionaba tu
cicatriz. Para celebrar la mejoría nos fuimos a comer helado antes de tu clase
de Ballet. El helado que pediste era tan grande que teníamos cero chance de que
te lo acabaras antes de que comenzara tu clase, y además, te gustó tanto el
helado que yo pedí, que comías de los dos.
Este
fin de semana estuvimos en El Valle y aprovechamos que el tío Erick visitaba
Panamá con toda la familia para reunirnos un grupo de amigos con los hijos.
Durante esos días tuviste una verdadera banda de amigas ya que mis 4 amigos
tenían todos hijas mujeres. Qué bonito es ser amigo de alguien desde la
infancia y luego ver nuestros hijos jugar juntos. Otra cosa que destacar sobre
tu fin de semana es que le perdiste el medio a montar a caballo (al menos por
ahora). Al parecer solo faltaba que mamá y yo no estuviéramos presentes y ver a
tus amigas haciéndolo también, para convencerte de tratar. Ya después me
dijeron que ni te querías bajar del caballo al final.
Mientras corrías en el patio como
loca con tus amigas y jugaban a yo no sé qué, de pronto soltaste a todo volumen
un escandaloso improperio: "Ayala &@%£¥" y por unos segundos hubo
un silencio total, el cual solo fue cortado por el grito de tu madre diciéndome
a toda voz: "eso fue culpa tuya." Y después, haciendo la salvedad a
todos los presentes: "eso se lo enseño él." Te amo hija. Gracias por
hoy.
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