Las preguntas más difíciles siempre
son en las noches. Y mientras más creces, más haces, y más difícil se hace
contestártelas. Sigues curiosa y preocupada por la muerte. Anoche mientras
estaba en la cocina, te escuché hablando con Mamá sobre Cari, una perrita que
tuvo ella cuando era niña. Mamá te contó que había muerto hace muchos años, y
tu preguntabas si ella la había visto morir, que adonde había muerto y el por
qué. Tu mamá, en un tono dulce te contestó lo que le preguntabas de la mejor
forma que pudo. Ella es mejor que yo para estas cosas.
A mí
me tocó, la otra noche, tener una conversación muy similar contigo. En tu
cuarto tienes una mariposa dentro de un marco de vidrio y tú estabas convencida
de que la mariposa no podía ir al cielo nunca porque aún estaba aquí, encerrada
dentro del marco. Me dijiste que Cuqui (el perro de tu abuela) se había muerto
y ya no estaba porque se había ido al cielo. Traté de explicarte cómo el cuerpo
se queda pero el alma se va al cielo a lo que tú sólo respondiste: “Papá, yo no
quiero hacerme vieja y morir.” Te expliqué que todo el mundo se muere pero que
falta mucho, mucho todavía para que nos tocara a nosotros. “Y por qué hay gente
que revive papá?” Como así Valentina? “es que en la escuela me dijeron que a
dios lo mataron pero que después revivió, por qué.” Llegué hasta responderte
que no había sido dios sino Jesús, cuando me miraste con una cara de
frustración y me dijiste “no entiendo nada de eso de dios y Jesús Papá, mejor
leamos un cuento.”
El mes pasado te invité a comernos
unos churros y tomar un chocolate caliente solitos tú y yo en date. Me dijiste
que no y te fuiste de vuelta a hacer lo que sea que estabas haciendo. Hoy
llegaste adonde mí y de la nada me dices: “sabes la vez pasada que me invitaste
a tomar un chocolate y yo no fui? No es que no quería ir contigo papá, pero
tenía muchas cosas que hacer y no tenía tiempo. Pero yo quiero que me lleves a
tomar ese chocolate pronto, ok?” Te amo hija. Gracias por hoy.
No comments:
Post a Comment