Wednesday, October 21, 2015

Oct. 14, 2015

Bebes y más bebes! Ese es tu mundo ahora, rodeada de cada vez más niños en la familia. Como eres la mayor en casa, la prima mayor y además la mayor entre los hijos de mis primos, te sientes como una mama gallina con sus pollitos. La semana pasada nos trajo a tu más reciente prima, Amelia, y como has estado teniendo practica con tu hermanito, te sobran las ganas de agarrar a la bebecita, cargarla y apretarla, pero para eso tendrás que esperar! Es increíble verte con los niños más pequeños que tu porque te crees tan grande que puedes decirles que hacer y crees que los puedes cargar a todos como si fueran tuyos. Este fin de semana tu padrino te llevo a la playa y se juntaron con amigos que también tienen una niñita, pero más pequeña que tú. Me cuentan que también estabas detrás de ella “cuidándola.”

Alguna vez leí que los niños comienzan a entender la irrevocabilidad de la muerte entre los 4 y 5 años de edad. Justamente cerca de los 4 años empecé a notar que tú tenías interés en el tema y algún tipo de percepción rudimentaria de lo significaba el que alguien no esté más con nosotros. En mi corto tiempo como padre, éste ha sido uno de los temas más complicados para mí, personalmente, de abordar contigo cuando me preguntas algo al respecto. Y es que, la idea de yo faltarte algún día es tan fuerte, que no quisiera ni imaginar cómo sería para ti el tan siquiera pensar en eso. En estos días le preguntabas a tu mamá: “cuando tú seas viejita, todavía vas a ser mi mamá? Y cuando seas viejita te vas a seguir llamando Mariel?” y así seguiste también preguntando por otras personas y si se iban a seguir llamando igual en la vejez. Me confunde un poco tu interés por saber si las personas mantendrían su mismo nombre, pero algo que tu mamá dijo me hace mucho sentido, y es que creemos que tú piensas que cuando uno es viejo, se convierte como en otra persona. Será por todos los cambios físicos que al final terminan en mostrar una persona que parece distinta? Con el pelo blanco, las arrugas y su lento andar?

Un día perdí unas monedas que tenía dentro del bolsillo y pensé que quizá se cayeron en la cama cuando estaba acostado pero nunca las encontré. En otra ocasión, volvió a pasar lo mismo, y estaba tan seguro de tener las monedas que me pareció muy raro no poderlas encontrar. El misterio de las monedas finalmente se esclareció una vez que te pillé tomando mis monedas de la mesita de noche y llevándolas a tu alcancía! Entonces te dije que no podías simplemente llevarte mis monedas sin decirme nada, “pero papá” me dijiste, “yo quiero echar las monedas en mi alcancía para llenarla.” Fue entonces cuando llegamos al acuerdo de que si las monedas te las “encuentras” en la cama, indicando que se me cayeron del bolsillo, las puedes tomar para ti. Hoy fue uno de esos días y me viniste a avisar que te estabas llevando unas monedas para tu alcancía porque estaban perdidas en mi cama. Te amo hija. Gracias por hoy.



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