Todos los padres nacimos preparados para aceptar la belleza,
la bondad y lo maravilloso en nuestros hijos. Sin embargo nadie nos prepara ni
nos enseña a internalizar aquellos defectos, comportamientos, actitudes o
situaciones poco ideales causadas por ellos. Esta es la parte más difícil para
mí como papá en esta etapa de tu vida. Supongo que hasta cierto punto, como
padres, tendemos a ver el comportamiento de nuestros hijos como un reflejo de
lo que hacemos nosotros, o de aquello que ven en casa, y, aunque este no
llegara a ser el caso, es igual motivo de frustración. Debo confesarte, mi
adorada Valentina, que hoy estoy un poco molesto contigo… mas bien, frustrado. Hoy
dijiste una mentira que me molestó, sin embargo la razón de mi frustración es
que no es la primera vez y tengo miedo que el mentir se convierta en un patrón
del cual luego sea más complicado salir. Una mentirita por aquí, una mentirita
por allá, luego se convierte en una gran mentirota (o varias) que te pueden
afectar mucho y no quiero ver que eso pase. Mamá te ha comprado libros al
respecto y te hemos hablado sobre el tema, por separado, para que sepas que
ambos estamos en desacuerdo con ese comportamiento. Un día quizá mientes sobre
quién derramó el jugo, o dices que no hiciste algo que ya nos han dicho que
hiciste, o mientes sobre haber dicho una mentira, en fin, ahora pueden parecer
pequeñeces pero siento que este es el momento de enseñarte a ser una mujer de
bien, el momento en que tu carácter empieza a formar lo que será tu brújula
moral en los años venideros. Mientras tanto seguiremos tratando de darte el
mejor ejemplo y mostrándote que las palabras, no sólo las acciones, traen
consecuencias. Decidimos castigarte hoy, quitándote privilegios de ver tele,
leerte libros e ir al parque. Parece que lo tomaste bien, y pareces haber
entendido y aceptado la razón del
castigo, aun así para mí (y seguro para tu mamá también) castigarte es igual de
doloroso que para ti. Créeme.
Ayer te acompañé a una fiesta de cumpleaños en
Chuck E. Cheese, y como fuimos los primeros en llegar tenías el parque
prácticamente que solo para ti. Obviaste completamente las monedas para las
maquinitas y te fuiste directamente al área de juegos, de donde sacarte es
prácticamente imposible porque te me escondes entre redes, tubos y toboganes.
Así jugamos a las escondidas un rato tú y yo hasta que llegó tu pequeña banda de amigos de la escuela y me dijiste
ciao por las próximas dos horas. Me encanta verte desde lejos jugar con tus
amigos, ver cómo te desenvuelves con
otros niños (cuando piensas que nadie te ve) y me da mucha tranquilidad
ver tu seguridad al interactuar con ellos. Una vez me dijo un señor, mientras
esperábamos por un vuelo en el aeropuerto antes de que tú nacieras, “Ser padre
es preocuparse el resto de tu vida.” Ahora entiendo lo que quiso decir esa
persona, y también entiendo por qué también, aun siendo eso cierto, no cambiaría
ser tu papá por nada en el mundo. Te amo hija. Gracias por hoy.
No comments:
Post a Comment