El sábado salimos en un date tu y yo.
Primero fuimos a almorzar a un restaurante canadiense que esta cerca de casa
pero como tu ya habías comido, venías por un helado de chocolate. Mientras
esperábamos la comida descubrimos que la parte de atrás del tapete estaba llena
de juegos para niños y nos pusimos a hacer laberintos y conectar puntos
mientras me preguntabas cosas sobre la conversación que estaban teniendo los
vecinos de la mesa de al lado; sólo pude cruzar los dedos y esperar que los
vecinos no hubieran escuchado tus preguntas, pero lo dudo ya que estábamos tan
cerca que nosotros pudimos escuchar todo lo que ellos hablaban. Después del
almuerzo fuimos al mall a hacerle un mandado a mamá y al llegar a la entrada
del centro comercial, me agarras por el brazo, paramos de caminar y me
preguntas: “te diste cuenta que hoy tengo el pelo suelto? Te gusta mi pelo
suelto papá?” Te respondí que sí, que como más me gusta verte es con el pelo
suelto, y que por qué preguntabas. “Es que yo prefiero tener el pelo suelto y
andar descalza por ahí. Pero aquí en el mall no puedo porque me regañan. Solo
los bebés pueden, como Lorenzo.”
Ayer
llegó tu madrina, Ana, de visita a Panamá con su novio, Javier. Tu estás como
si la visita hubiese sido exclusivamente para verte a ti porque pretendes
adueñarte de la vida de tu “Ina” durante todo el tiempo que esté aquí. Debido a
su llegada estás durmiendo con nosotros en el cuarto. Ahora, antes de dormir y
por un error mío, descubriste en mi gaveta de la mesita de noche un paquete de
tus galletas que llevas en la lonchera a la escuela. Cuando me cuestionaste al
respecto en verdad me dio mucha vergüenza porque resulta que era el último
paquete de galletas y me lo echaste en cara. Luego, como si tu mirada de
desaprobación no fuese suficiente, esperaste hasta que mamá saliera del baño
para contarle que yo me había comido tus galletas. Tu madre me miró con la
misma mirada que, hace escasos minutos, habías proyectado tú. Te amo hija.
Gracias por hoy.
No comments:
Post a Comment